jueves, 21 de enero de 2016

Obsesiones


Leticia, ya en su último año del ciclo preuniversitario, tenía que elegir a un miembro de su familia, investigar un poco sobre éste, y elaborar un sencillo informe sobre la principal obsesión que había presentado. Es de general consenso que durante el desarrollo de toda persona existe un momento en que surge una obsesión de carácter tan trascendente, que el resto de la vida queda totalmente determinado en torno a ella.

Para ser diferente, Leticia se salió un poco de la norma y en lugar de escribir sobre su padre o su madre, decidió investigar sobre un tío abuelo, (tristemente) famoso porque había muerto en un naufragio.

Su fuente más fidedigna de investigación eran los documentos que tenían sus padres, puesto que sus abuelos ya habían fallecido. Los documentos noticiosos eran solemnes y rigurosos, al punto que no parecían que trataban de una persona que había fallecido, sino del inventario de una tienda. Hora potencial del suceso. Modelo del barco. Circunstancias en las que se encontró todo. No obstante, para su sorpresa, no se hablaba del estado del cadáver. Cobraba entonces mucho sentido que el tema del fallecimiento del tío abuelo hubiera tenido un halo de misterio más que tristeza.

El artículo más personal que aún se conservaba del tío abuelo, era un diario, escrito a mano, de su último año con vida. Las notas eran diarias, cortas, no más de un párrafo con algún pensamiento fugaz o una anécdota breve. Leticia sabía que nadie le había prestado atención. La palabra inicial siempre estaba ornamentada, como en los textos antiguos. Ejemplos:

Ya es momento de comenzar. No saludaré a nadie con entusiasmo por este año que comienza. ¿Qué tiene de especial felicitar a alguien por un evento astronómico? [...]

Recuperarme es el mayor de mis objetivos [...]

Moriré: futuro simple del verbo morir. Curioso pensar cuándo una persona utiliza este tiempo [...]

Juzgué inverosímiles los libros divinos. Dios no existe [...]


Hacia la mitad del diario, en una página, se hacía un acróstico. Nadie le había comentado nada sobre el acróstico. Esto, sin embargo, le dio la idea de unir las palabras iniciales del diario. El resultado:

Ya no tolero la forma en la que estoy viviendo. Mis familiares me asfixian. No represento nada para ellos, pese a haber realizado las proyecciones que ellos desearon para mí. Mi alegría está casi extinta. Estoy muy cansado. Todos los días son un terrible sufrimiento. Coqueteo con acabar con mi vida, pero concluyo que una estrategia superior -egoísta y superior- es acabar con todos los que me atormentan. Sacarlos de en medio. Finalmente mi felicidad es lo que está en juego. Recuperarme está en juego. Aprender a vivir está en juego. Me consumo. Es un tiempo para aprender disciplina. Sin embargo, la idea de no tener a toda esta gente atormentándome me regala un poco de esperanza.

No moriré en el accidente en el bote.

Decidí ser otra persona. Compré documentos. Generé la silenciosa historia de otro, que encarné. Me mudaré de país. Tasé lo intasable y juzgué que desaparecer es más valioso que el sufrimiento que se generará por mi fallecimiento. De todas formas, solo vivo para ser un agobio para los demás. De esta manera me deshago de todo lo que me atormenta.

Si podré tolerarlo, no puedo decir aún. Si el sufrimiento desaparecerá, no lo sé, pero si has llegado hasta acá, ya conoces la verdad.

Leticia finalmente había descubierto que el tío abuelo no había muerto como se había pensado. Estaba descubriendo que tenía problemas con el ánimo. Posiblemente ni siquiera se dieron cuenta. Como golpe, entendió que ella, sobrina nieta, con unas semanas de revisión, descubrió escrita su verdad. La obsesión de su tío abuelo fue desaparecer. Y lo logró de manera excepcional.

***

Mientras cavilaba si valía la pena exponer esta fantástica revelación a sus familiares, apuró la entrega de un informe promedio acerca de cómo su madre, al reflexionar en sus días de universidad sobre cómo las mujeres estaban tornándose menos femeninas al pasar las generaciones, decidió ser una madre muy tradicional y conservadora, obsesivamente.



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