viernes, 24 de octubre de 2014

Un minuto





abrí la ventana un minuto 

y todo se llenó de flores...

viernes, 17 de octubre de 2014

Todos los vaticinios...

Todos los vaticinios que desde hacía muchos siglos se habían conjeturado con la civilización se concretaban uno a uno: nación se alzaba contra nación, los recursos escaseaban, la atmósfera estaba contaminada y la continuidad de la vida era inviable. La población se había visto reducida en casi su totalidad producto de los aventurados experimentos biológicos llevados a cabo por unas pocas familias poderosas. Pronto dejaría de existir la especie de había dominado el orbe. Apenas algunos miembros de estas familias contaban con alguna esperanza de sobrevivir gracias a que la otra aventura, la espacial, les había dado posibilidad de viajar grandes distancias en tiempos razonables. La búsqueda de lugares donde vivir había atravesado por muchas etapas. Probando planetas dónde se pudiera sostener prolongadamente su vida. Se exploraron formas de vida hostiles y ambientes insoportables, pero en el último instante hallaron un planeta compatible donde continuar y a donde marchar. Lo que realmente puede entenderse por el último instante. Todas las familias poderosas abordaron las naves que partieron sin esperanza de volver. En las generaciones que duró el viaje, hubo un noble y a la vez ingenuo consenso general de intentar no repetir los errores que habían cometido antes de arruinar el mundo en el que vivían. Al llegar a la nueva atmósfera, quisieron emular la magnificencia que alguna vez tuvieron y tomaron a las especies locales más prometedoras y las modificaron, utilizando su propio material genético, hasta elaborar una especie de apariencia muy semejante a ellos pero quizás menos inteligentes, quizás más dóciles, para emplearlos de servidumbre. Con el pasar del tiempo, las nuevas especies, ya numerosas, se rebelaron a sus amos arbitrarios y autoproclamados y tuvieron que idear una manera de escapar. Idearon engañar a las especies haciéndoles creer que partirían del planeta, dejándolos dominar las ciudades imperiales que habían construido para ellos y con este objetivo abordaron las olvidadas y antiguas naves y las elevaron por los cielos. Sin embargo, no las tripularon y se quedaron en el planeta. Mezclados con la raza creada. Filtrándose. Desapercibidos, pero aún controlando al mundo. Creando las mismas redes de poder a la que estaban acostumbrados. Las especies quedaron por siempre maravilladas con la tecnología. Con los símbolos de la escritura. Con la capacidad de aprender. Con las naves que volaron por los cielos. Por los trajes luminosos. Por la necesidad de dominar. 

Y los imitaron.