sábado, 11 de octubre de 2008

Llegaseis vosotros...

Llegaseis vosotros, padres, dadores de mi vida, maestros de mí, de vuestros diarios paseos vespertinos, de la tarde de vuestra vida, cargados de grandes bolsas misteriosas, sonriendo, buscándonos con los ojos, verificando que no nos sucedió nada en vuestra breve ausencia, padres, que os deis cuenta que estamos bien, que tenemos salud por vuestra permanente supervisión.

Llegaseis comentando, entre risas, el nuevo peinado de la cajera del supermercado de los árabes, mientras nosotros nos colgamos de vuestras piernas y os preguntamos:

-¡¿Qué nos habéis traído?!

impetuosos, entre casi gritos, y nos respondieseis, como siempre, que no hay dinero en este mes.

Llegaseis y preguntaseis por Enrique, que en nuestros recuerdos siempre está dibujando vialidades imposibles en el suelo del hogar, con la blanca tiza sustraída de la escuela, absorto de vuestro diario paseo y de la palpable realidad, y nosotros respondiésemos que está bien, jugando.

Llegaseis y acomodaseis en la nevera todas las cosas que hubisteis comprado ("la gelatina amarilla no nos gusta") y nos sorprendieseis, de pronto, descubriendo del fondo de la última bolsa, un discreto y reluciente juguete para cada uno de nosotros.

-¡Enrique, ven, un regalo!

Llegaseis, padres, padres queridos, llegaseis y todo se mantuviese así.

viernes, 10 de octubre de 2008

25. FUERZAS DEL AMOR

—Suelen las fuerzas de amor...
Quijote (II,
XLVI)

Suelen las fuerzas del amor
hacer raros maleficios
sobre inocentes personas
hasta dejarlas sin juicio.

Sucedió que eran felices
haciendo ellos sus oficios
cuando una saeta los puyó,
saeta enviada por Cupido.

Jorge entonces con quince años.
Alejandra ya cumplidos
tenía los diecisiete.
Ambos estaban tranquilos.

Jorge metido en su vida
sin fijarse en sus vecinos;
no se fijó que se hallaba
lo que nunca pensó niño.

Alejandra por su parte
a un amante siempre quiso;
al llegar a su nuevo hogar
salió para hacer amigos.

Estaba rondando Jorge
y a tropezarse se vino
y siendo amigo del suelo
se despertó todo bizco,

en brazos de una doncella
que él jamás había visto.
A ella le atrajo el muchacho
por parecerle muy lindo.

Él se sintió en el cielo
en ese momento mismo:
fingió sentirse mucho peor,
decía "irse a un abismo".

Los dos a sus casas fueron
pensando en lo sucedido.
Causóle risa a Alejandra
y no poca al Jorge dicho.

El amor tejió en ellos
unos pensamientos lindos,
los tejió con mucha gracia
y amarró con fuertes hilos.

Nada ni nadie ya podrá
desatar lo que está unido,
tan irreprochable el amor
que hay que hacerse de él amigo.

Jorge amante de las letras
ahora olvidaba sus libros,
coqueta Alejandra anduvo
por Jorge perdió el juicio.

(¿1998-9?)


Observación: no he tenido tiempo de corregir métricamente el texto. Sabrán disculparme. El 25 es el número que ostentaba en una primitiva organización de poemas. Olvidada ya, por supuesto.